El tepezcuintle (Agouti paca) es un
roedor oriundo de América tropical; de cuerpo robusto, con las patas
anteriores más cortas que las posteriores, es ágil y puede saltar hasta
alcanzar alturas de un metro, y correr rápidamente. Su pelaje es corto,
de color marrón claro con manchas blanquecinas en hileras; los adultos
pesan entre seis y 12 kilogramos, con longitudes de 60 a 80 centímetros.
Generalmente el macho es un poco mayor que la hembra. Los ojos son
grandes y saltones; tienen bigotes y pelos largos en las mejillas, que
utilizan para detectar objetos a los costados; éstos son rasgos que lo
vuelven apto para desplazarse en la oscuridad. Las patas tienen cinco
dedos, visibles en las delanteras, porque en las traseras el quinto dedo
es muy pequeño, apenas como una uña. Sólo en los machos adultos el arco
zigomático es ancho y prominente.
Distribución geográfica, hábitat y función ecológica
Las poblaciones de tepezcuintle se
distribuyen desde México hasta Centroamérica y Suramérica. En México se
ha encontrado en los estados de San Luis Potosí, Tamaulipas, Veracruz,
Tabasco, Chiapas, Campeche, Quintana Roo y Yucatán. En Centroamérica,
desde Guatemala hasta Panamá, y en Suramérica en Colombia, Perú,
Ecuador, Venezuela, Paraguay, Brasil, la Guayana y el norte de
Argentina.
Los hábitats donde se han encontrado poblaciones de tepezcuintle son las
selvas tropicales y subtropicales, bosques templados y ocasionalmente
manglares, pantanos, áreas de vegetación secundaria, praderas y cultivos
agrícolas. En estos últimos se consideran una plaga, porque consumen
los productos de la agricultura.
Sirve de alimento a varios carnívoros como cocodrilos, boas, pumas, jaguares, jaguarundis, ocelotes, tigrillos y coyotes.
Se ha clasificado el hábito alimentario
del tepezcuintle como frugívoro y granívoro; sin embargo, algunos
investigadores informan que consume diversos tipos de forraje. Smythe y
Brown de Guanti indican incluso que el tepezcuintle es omnívoro, es
decir, que consume todo tipo de alimentos. Como herbívoro, controla el
crecimiento de las hojas de arbustos y herbáceas y es un dispersor de
semillas.
Los estudios nutricionales realizados
por Méndez muestran que los tepezcuintles tienen la capacidad de
aprovechar una elevada cantidad de materia alimenticia en el tracto
digestivo; cuando se estudió la digestibilidad (cantidad de materia
alimenticia que pasa del intestino a la sangre) de algunos de sus
alimentos, como naranja y papaya, maíz en mazorca, hojas de chaya y
semillas de huaxín, se descubrió que son eficientes para aprovechar los
alimentos nativos, aun fibrosos (hojas), lo cual permite suponer que no
sería necesario formular dietas especiales para alimentar animales en
cautiverio, con insumos externos como soya, sorgo, harinas de pescado o
de carne, como generalmente se hace para el ganado porcino.
Los celos ocurren en cualquier época del
año. Empleando la metodología de medición de hormonas del ovario en la
sangre, investigaciones recientes concluyen que el celo ocurre cada 29
días, con variación de 20 a 36 días.
Usos y conservación
La
carne de tepezcuintle tiene sabor agradable y consistencia suave; para
muchos es una de las carnes más finas, a pesar de provenir de una
especie silvestre. Para otros, el animal representa una mascota, por su
tamaño relativamente pequeño, su capacidad de adaptarse a la presencia y
la atención del humano y de soportar el encierro en jaulas.
Por la aceptación del consumo de su carne se ha propiciado un mercado que al menos en México no ha sido controlado totalmente.
Investigadores como Buitrago, Cisneros y
Chacón mencionan que la demanda de ejemplares vivos y carne de
tepezcuintle es elevada, pero los dueños de los criaderos legales no
venden sus ejemplares; esto ha generado la existencia de un mercado
ilegal, que obtiene los productos de la cacería furtiva, e incluso
utiliza los criaderos como pantalla para la comercialización de carne
que proviene de ejemplares salvajes.
Las estimaciones de la densidad de
población o del tamaño de las poblaciones silvestres de tepezcuintle son
variadas, pues la combinación de la elevada presión de cacería y la
modificación del hábitat, la ampliación de las fronteras agrícola y
ganadera, así como la tala y quema de las selvas pueden ocasionar que
las poblaciones silvestres de tepezcuintle se encuentren en condición
vulnerable, lo que pondría en riesgo la permanencia de esta especie en
México.
La conservación de las poblaciones de tepezcuintle en toda su área de distribución no está en situación de riesgo.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) no
coloca a este roedor en ninguna categoría sujeta a protección; la
Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de
Flora y Fauna Silvestres (CITES) lo ubica en la categoría III, es decir,
regulado por algún país miembro. En México, la NOM-059-ECOL-2001 no lo
considera como una especie en peligro, amenazada ni sujeta a protección
especial.
Crianza en corral
Se ha mencionado que el tepezcuintle es
sensible a la fragmentación de la selva, pero se puede adaptar a
ambientes modificados, incluso al encierro, donde puede completar su
ciclo biológico y reproducirse. Las experiencias de la crianza en corral
son numerosas.
Ahora bien, para evaluar el rendimiento
productivo de un criadero en una Unidad de Manejo para la Conservación
de la Vida Silvestre (UMA) es necesario obtener indicadores que midan el
desempeño reproductivo y productivo de cada animal y de la colonia en
general, como por ejemplo el crecimiento por semana o por mes, la
cantidad de crías por alumbramiento, el porcentaje de animales muertos o
el número de machos y hembras.
Algunos estudios que analizan la
eficiencia de la cría de tepezcuintles indican que los sistemas de
crianza de tipo familiar, no son redituables debido a problemas
reproductivos, elevados costos de alimentación y construcción de
corrales. Sin embargo, la demanda de carne persiste, y sigue siendo
satisfecha por la cacería en la selva, lo que se llama “carne de monte”.
Perspectivas de conservación y manejo
Es
necesario realizar investigaciones para determinar la dinámica
poblacional de tepezcuintles en México de acuerdo con metodologías
uniformes, con el propósito de conocer las tendencias de dichas
poblaciones. A partir de esta información se podrá planificar el
aprovechamiento extractivo de tepezcuintles, que deberá ser supervisado,
y mantener un seguimiento de la variación poblacional a lo largo del
tiempo. Sin embargo, esta acción no es suficiente por sí misma, porque
para conservar esta especie en el medio natural también es necesario
conservar las condiciones naturales de los distintos tipos de selva, en
virtud de que, como se mencionó, el tepezcuintle es sensible a los
cambios de las características del hábitat.
El monitoreo poblacional debería ser una actividad permanente en los
planes de conservación de hábitat y poblaciones de fauna silvestre. El
tepezcuintle seguirá siendo una especie sometida al aprovechamiento
mientras existan poblaciones en libertad o en cautiverio. Por tal
motivo, es necesario invertir esfuerzos para aumentar la eficiencia de
las UMA intensivas con enfoque productivo dedicadas a su crianza.
La transición a un sistema productivo
será posible en la medida en que se realicen proyectos de investigación y
desarrollo técnico con un enfoque en la producción animal, tomando como
punto de partida los recursos locales, con lo cual se podrían superar
algunas limitaciones intrínsecas de la especie.
Las investigaciones y el desarrollo
técnico deben estar dirigidos a la capacitación, asesoría, apoyo técnico
y financiamiento a criadores actuales y potenciales, dentro de un
contexto de uso múltiple del agroecosistema, de manera que las UMA
intensivas sean diseñadas como un sistema constituido por dos
subsistemas, animal y agroforestal, en el que haya un flujo de
nutrientes y energía. Se debe destacar que las poblaciones de
tepezcuintle que se encuentran en condiciones de cautiverio están
sometidas a un proceso lento de domesticación, de la misma manera que lo
fueron las especies domésticas actuales, extendidas en todo el mundo, y
que son objeto de una estrategia de comercialización, sostenida incluso
por empresas transnacionales, como sucede con la producción de huevo y
carne de gallina o de cerdo.
Si bien nuestros principales alimentos
de origen animal están supeditados a un pequeño número de especies,
nuestro país dispone de una gran diversidad de mamíferos y reptiles, con
lo cual podría disponerse de un número importante de especies
promisorias, además de las que actualmente se comercializan. En otras
palabras, tenemos una gran riqueza de recursos animales pero se ha
subestimado el potencial en términos del valor de uso actual.