miércoles, 7 de septiembre de 2011

Oscurecimiento global, la amenaza silenciosa

Desde mediados del siglo XX en la atmósfera de la Tierra está ocurriendo un hecho nunca antes visto, un oscurecimiento global que ha reducido en un 10 por ciento la cantidad de luz solar que llega al planeta, medición que comenzó a llevarse a cabo hace 50 años y que ha demostrados una afectación directa en la fotosíntesis, comportamiento animal, formación y composición de las nubes, aumentando la fuerza de las sequías, cuyo efecto de enfriamiento ha contrarrestado la real medición del calentamiento global, encubriendo el real impacto de los gases de efecto invernadero que la humanidad ha generado desde la revolución industrial.
Con el cambio climático, este fenómeno ocasiona modificaciones en la tasa de evaporación del agua, método que es usual en los sistemas agrícolas, pero que desde la década de 1990 sus porcentajes se han visto disminuidos, lo cual refuerza la hipótesis de que el oscurecimiento global podría ser una de las causas del atraso de los monzones en África, situación que han devenido en azotes de hambruna.
La Universidad de Wisconsin, Estados Unidos, ha documentado que en el mundo la radiación solar va a la baja, y que entre 1950 y el año 2000 el oscurecimiento global ha sido diferenciado; 9 por ciento en la Antártida, 10 por ciento en EU, 30 por ciento en Rusia y 16 por ciento en Gran Bretaña.
El climatólogo japonés Atsumu Ohmura fue el primero en intuir el oscurecimiento global en 1989, basándose en la radiación solar y el balance energético de la Tierra, fenómeno que es compuesto por las partículas de contaminantes que son depositadas en la atmósfera, como es el hollín, un contaminante que además de ser poco estudiado puede ser muy dañino para la salud. Ahora se sabe que este compuesto empieza a conformar una capa que cubre al planeta, de ahí su nombre de oscurecimiento global.
Cabe mencionar que la contaminación del aire es uno de los grandes problemas mundiales y se le relaciona con las más de tres millones de personas que mueren al año por problemas de salud tales como la neumonía o la bronquitis crónica.
De acuerdo con datos del Centro Columbia de Salud de Estados Unidos, la exposición a la contaminación atmosférica derivada de la polución en las mujeres embarazadas puede repercutir en los bajos índices de coeficiente intelectual en los fetos. Investigadores de este centro relacionaron ambos factores y concluyeron que las toxinas presentes en la atmósfera pueden lesionar al cerebro durante su formación.
Al respecto, el subsecretario de Planeación y Política Ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México, Fernando Tudela Abad, comentó que todas las contaminaciones emitidas en cualquier nación repercuten de manera global al problema y actualmente el hombre está realizando “experimentos” no imaginados con la atmósfera, lo cual se ha visto reflejado en cambios drásticos en la biodiversidad y los ecosistemas del planeta.
Esto ocurre, por ejemplo, en las arenas que vuelan del Sahara y llegan hasta a América, tal como explica Tudela. “El mundo natural se globalizó antes que la economía, por eso es tan importante que los temas de medio ambiente se discutan en foros multilaterales de las Naciones Unidas”, comenta el funcionario. Esto debido a que el compartir la atmósfera y los océanos nos lleva a tener una conciencia similar en materia de conservación y establecer acuerdos mundiales en mitigación del cambio climático, pese que el multilateralismo es lento y engorroso, enfatizó.
Si tomamos en cuenta la pérdida de luz solar de las últimas cinco décadas, la temperatura promedio del planeta se ha elevado al doble de lo marcado en los registros internacionales; esto indicaría que en los últimos 25 años la temperatura media del planeta ha aumentado casi dos grados centígrados. De seguir está tendencia en 20 años se podría presenciar durante el verano el descongelamiento de Groenlandia y del Polo Sur, algo nunca visto en la vida del planeta.
Tal como lo indica la BBC de Londres en un documental sobre cambio climático, esta situación acarrearía la posible liberación de diez mil millones de toneladas de metano que están bajo el subsuelo marino, esto por el calor, y ello, echaría por tierra las medidas de mitigación que la humanidad fije para este siglo, ya que el metano calienta al planeta 21 veces más rápido que el dióxido de carbono.
En referencia a trabajar sobre el hollín, uno de los elementos que incide tanto en el calentamiento como en el oscurecimiento global, el premio Nobel mexicano, Mario Molina, en diversas ocasiones ha declarado que éste proviene de las emisiones de vehículos a diesel y la quema de biomasa, involucrando a los sistemas de calefacción y alimentación de muchos campesinos del planeta. Este compuesto, junto con el metano, se encuentra en cantidades menores en el aire, pero son más perjudiciales para el medio ambiente que el dióxido de carbono.
De acuerdo con las descripciones científicas, el hollín contribuye al calentamiento absorbiendo la radiación solar tanto a nivel de la superficie del planeta, donde las partículas son depositadas, por ejemplo en la superficie de la nieve que cubre ciertas zonas del planeta, como en el aire, sin dejar que se refleje la radiación solar al espacio.
“Quiero decir esto con mucho énfasis: no es suficiente enfocar las acciones solamente en el bióxido de carbono.
Ahora existe un consenso entre mis colegas respecto a la urgencia de controlar esos otros compuestos —metano y hollín—, que implica llevar a cabo una enorme revolución cultural e industrial”, enfatizó.


Por José Morales
Fuente: PNUMA, FAO, Cepal

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